Los medicamentos huérfanos son remedios que no son producidos por la industria farmacéutica debido a la poca rentabilidad de ellos, pues suelen ser para tratar enfermedades que afectan a un porcentaje mínimo de la población. Además, el proceso de investigación que se requiere para llegar a desarrollar el medicamento suele ser muy costoso. Resumiendo, el desarrollo de este tipo de medicamentos no permite recuperar el capital invertido. Un ejemplo de este tipo de medicamentos es el Zibren, que se usa para tratar el síndrome de Rett, un mal que afecta a 1 de cada 120.000 niñas.
En esta situación no se desarrolla un producto debido a su poca demanda y rentabilidad, aunque éste sea necesario para la vida de una persona. En otros casos el producto se desarrolla, pero los costos son demasiado elevados para que los pacientes puedan acceder a ellos con facilidad. Es por ello que surgen asociaciones de enfermedades infrecuentes, para brindar ayuda y asesoramiento a los enfermos y sus familias.
La solución de este problema no ha provenido del mercado, sino del Estado. En general, en países como Estados Unidos, se han promulgado leyes que buscan incentivar a las industrias a desarrollar estos productos mediante incentivos: otorgan créditos, subsidios, exclusividad de comercialización, agillzación de los procesos administrativos, etc.
Cuando existe un problema de escasez de este tipo, donde el deseo o necesidad del producto es elevada, la vida depende de él, pero no es rentable para nadie desarrollarlo, ¿la única solución será la intervención del Estado? Quizá no sea justo que un grupo de empresarios carguen con la responsabilidad de mantener la salud a personas que no conocen siquiera, pero no puede negarse que esta situación vulnera el derecho a la salud de los pacientes. Si estamos hablando de la intervención del Estado en una situación económica, nos vemos frente a una falla del mercado.
¿Debería considerarse algún tipo de deber intrínseco en el mercado?
Cómo se abrán respondido a las tres principales preguntas de la economía: ¿Qué producir?-¿Cómo producir?-¿Para quién producir?
Se desarrollan solo produtos cuya venta genera ganancia, y para quienes puedan pagar los costos necesarios con el fin de alcanzar esta rentabilidad. Es difícil imaginar un sistema donde voluntariamente no se vele, en primer lugar, por el bien propio. Implementar el respeto por los derechos básicos significaría restringir la libertad de los productores, vendedores y hasta compradores. Los dos primeros deberían desarrollar o intercambiar productos aunque no reciban ganancias. Mientras que podría cuestionarse o prohibirse la adquisición de productos que dañen la salud (alcohol, tabaco, armas, píldoras abortivas, entre otros).